«Siempre he pensado que viajar no solo es la mejor manera de ampliar los conocimientos, sino también la de relativizar y no creer que lo mejor del mundo son las lentejas de tu madre. Que pueden serlo, sí, pero casi siempre solo desde el punto de vista emocional.» Eso lo aprendió muy rápido Antonio Anadón, creador y presidente de Enforex. Apenas había cumplido los 14 años cuando la suya lo mandó a EE UU a un curso de verano. Cuando volvió era otro: «Me pareció una experiencia tan increíble que, al volver, quería que todo el mundo pudiera tener la oportunidad de vivir lo mismo que yo había vivido en el extranjero».

Antonio era disléxico e hiperactivo, pero eso no le supuso inconveniente para sacarle partido a aquel viaje. «En absoluto. Ni los problemas de dislexia que había tenido desde siempre, ni el no haber sido bueno con las letras me impidieron que me impresionara esa vivencia fuera de España. Es más, me enriqueció tanto y me dio una visión tan diferente del mundo que hizo que mi vida cambiara».

 

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