En torno a un 10 % de la población sufre dislexia, por lo que en España se calcula que unos 600.000 niños la tienen y no lo saben.
«Yo soy la tortuga», afirma Luz Rello cuando le pido que se defina a sí misma. Usa el símil del cuento de La liebre y la tortuga —que su madre le contaba de pequeña—. Ella es la tortuga, trabajadora y constante, que avanza paso a paso, lenta pero decidida, que siempre llega donde se propone. Incluso donde no se lo había propuesto, como figurar entre los 30 under 30 de la revista Forbes. Esta madrileña de treinta y pocos también es la mujer que se ha leído el diccionario completo. Si ya es una proeza para cualquiera, más aún para la doctora en informática y licenciada en lingüística computacional —y empresaria—, quien se ha convertido en la referencia entre los especialistas en dislexia: un trastorno que ella padece y que está ayudando a los demás a conocer y superar.
Tras cuatro años de estudio en Human-Computer Interaction Institute en Carnegie Mellon University, fundó en 2015 la empresa Change Dyslexia, con el apoyo de casi 600 colaboradores a través de crowdfunding. Con ella y con la ayuda de Samsung, desarrolló el programa Dytective, el sistema de detección precoz de la dislexia más conocido y usado en la web. Además de haber sido reconocida con el Premio Princesa de Girona, entre otros, también es consultora para Apple y colabora en la Estrategia Nacional de Inteligencia del Gobierno de España. Es, ante todo, una alumna que nadie pensó que pudiera llegar tan lejos, por lo que quiere convencer tanto al 10% de la población con dislexia como al resto de que es posible enfrentarse a este reto.
Sus estudios sobre la dislexia, desde la lingüística e informática, nos están ayudando a descubrir y comprender conceptos controvertidos sobre el lenguaje, más allá del idioma que se hable. Luz Rello nos abrió las puertas de su despacho, en el IE Business, en Madrid. En sus otras charlas y entrevistas ya hemos visto que Luz es de una humildad extraordinaria, como la que muestra ahora, y no va a dejar que te abrumen sus méritos, pues en cuanto empieza la conversación —sembrada de humor— te arrastra con un torrente de pasión por su trabajo, en el que te hace partícipe hasta celebrar cada dato que ofrece, como si en ese momento lo acabara de descubrir, con los brazos en alto y una sonrisa inconmensurable.
Ahora, en serio, ¿de verdad que se ha leído el diccionario?
Lo del diccionario fue cuando..
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