Jugamos por diversión y por puro placer, pero cuando jugamos también aprendemos y socializamos. “Jugamos para ser humanos y reencontrarnos con nosotros mismos”, que decía en una entrevista Andrés Paya, fundador del Observatorio del Juego Infantil (OJI). Si bien el juego no es una actividad exclusiva de la infancia, es en esta etapa en la que el acto lúdico se transforma en un motor fundamental para el desarrollo. De ahí que muchos docentes, psicólogos y pedagogos reivindiquen el juego como herramienta educativa también en la escuela.
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Docentes como Manu Sánchez, conocido como El maestro Manu, que ha incorporado a sus clases de Educación Primaria en el colegio público Maestra Ángeles Cuesta de Marchena (Sevilla) la utilización de actividades con juegos clásicos y modernos, de mesa o de actividad física, juegos de rol, proyectos de gamificación e incluso escape roms educativos. Comenzó hace ya cuatro años partiendo de la idea de la cantidad de buenos recuerdos que atesoramos de adultos de aquellos momentos de juego compartidos con primos, abuelos, o padres alrededor de una mesa. “Estoy seguro de que es un buen recuerdo y por esto mismo pienso que debemos dar la oportunidad de jugar con la familia o entre iguales a nuestro alumnado. Son estas experiencias las que me llevaron a introducir el juego en el aula y gracias a las cuales descubrí el potencial educativo directo que tienen los juegos de mesa”, explica.
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