Estaba llamada a ser una de las grandes tops de los 90, pero Mickey Rourke y otros depredadores se cruzaron en su camino. Reconvertida en instructora de yoga, esta pionera del #MeToo vive feliz con su familia en una granja en California.

Su autobiografía, Beauty, Disrupted: A Memoir, publicada en 2011 por It Books, culmina ese proceso de indagación, desde su infancia en un hogar disfuncional (marcado por el alcoholismo de su padre) hasta su matrimonio de seis años de duración con Mickey Rourke (una relación tormentosa según la prensa del momento, plagado de abusos según reconoce la modelo hoy). Adoptó su actitud rebelde tras el retraso escolar que sufrió en el colegio a causa de su dislexia: «Supe que era diferente a los demás niños y, ya que me iban a etiquetar, decidí que esa etiqueta la elegiría yo: iban a conocerme como la rebelde o la problemática, pero nunca más como la lenta», recuerda en sus memorias. Ya en su infancia empezó a coquetear con el alcohol y las drogas, motivo por el cual sus padres la cambiaron de colegio y la matricularon en una escuela alternativa, donde las clases se desarrollaban al aire libre, una atmósfera hippie y ecologista donde se sintió temporalmente en calma. A los 14 empezó a trabajar como modelo, a los 15 se instaló en Nueva York, a los 18 se mudó a París y a los 23 protagonizó su mítica campaña para Calvin Klein, fotografiada por Bruce Weber.

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