Antes de ahondar en la experiencia personal de Sira Plana y su relación con la dislexia, es oportuno conocer algunas cifras concernientes al ámbito educacional, ya que actualmente hay un estudio elaborado por el Ministerio de Educación que indica que en España se estima que el 40% del abandono escolar se debe a la dislexia, y donde uno de cada cinco españoles tiene esta dificultad de aprendizaje que afecta principalmente a la lecto-escritura.
El problema que agudiza esta situación, no es la dislexia propiamente tal, sino el desconocimiento general que existe en torno a esta dificultad y el hecho de que las mismas personas que tienen este trastorno, no lo saben. Y así sucedió con Sira, quien si bien tenía cierta sospecha de que algo no andaba del todo bien al momento de leer y escribir, no fue hasta hace muy poco tiempo que descubrió, ya de adulta que tenía dislexia.
Sira cuenta que el hecho de ser disléxica no le ha supuesto un impedimento para desarrollarse profesionalmente, por ejemplo, una muestra de ello es su dedicación y colaboración que le entrega a diario a este proyecto solidario “Apadrinaunolivo.org”, el cual ya tiene dos años de funcionamiento. Es una organización que se encuentra en Oliete, localidad que al igual que muchas en España está siendo afectada por el éxodo rural, situación que ha provocado el abandono de más de 100.000 olivos, cifra correspondiente al 75% del olivar. Sin embargo, pese a esta realidad Sira junto a los miembros de esta organización, busca “poner en valor el olivar junto con recuperar estos árboles centenarios, y así generar puestos de trabajo a personas en edad activa que hay en el pueblo”.
Esto les permite emplear no sólo a personas con riesgo de exclusión social, sino a personas con ciertas capacidades especiales. Además, Apadrina un Olivo colabora con Atadi, lo cual enriquece aún más el proyecto, “pues toda esta actividad tiene una implicación no sólo en el medio ambiente y la biodiversidad, sino también en lo social y para mí esto lo hace ser un proyecto brutal”.
Además, añade que su motivación se debe a poder hacer algo que cubra sus expectativas dentro de una escala de valores que, a su vez satisfagan esas necesidades que todos tienen y así construir algo fructífero. “Y si es un proyecto altruista, sin fines de lucro o que está bajo el parámetro de empresa social, para mí es apasionante”.
Ahora retomando la dislexia a partir de tu propia experiencia, ¿podrías contarme qué es para ti?
En realidad casi ni la percibo, digamos que convivo con ella. Creo que también uno tiene potenciada de forma innata otras habilidades que están hoy en día muy bien valoradas, y además se les puede sacar mucho provecho, bien sea socializar, transmitir, empatizar, crear y sentir. Yo creo que soy como soy, entre otras cosas, por la dislexia. Para mí ha supuesto más esfuerzo, en ciertas instancias ha sido todo un reto sentirte diferente y un desfallecer en algunos momentos, pero la dislexia es parte de mí y no la veo como una incapacidad.
Quisiera aclarar que ser disléxico no es confundir la izquierda con la derecha. En mi caso yo no sólo confundía la izquierda con la derecha; por ejemplo, hay números que para mí son parejos a letras como el 3 y la R, el 7 y la T, el 1 y la I; no es que los confunda pero cuando era pequeña me suponía una gran dicotomía, a veces se me fusionaban de alguna manera en mi cabeza, luego ya estudiando la carrera en la Universidad y luego el máster, me di cuenta, ya de mayor, que cuando tomaba apuntes tenía cierta tendencia a cambiar terminaciones, pero esto no ha significado para mí un problema.
¿Algún ejemplo que pudieras compartir?
Por ejemplo, la forma de llegar a mis conclusiones o de analizar las cosas, ya sea una solución matemática o una lógica racional, he notado que mi manera de resolverlo es diferente a la de los demás. Pero hasta qué punto eso es mi persona, mi mente o es la dislexia; la verdad es que yo no lo distingo.
Imagínate que estás en una mesa de un restaurante haciendo cuentas de todo, mi forma de llegar a la conclusión de lo que vamos a pagar cada uno es distinta a las ocho personas que estamos allí. A veces si te das cuenta de que eres “diferente”, pero en otra mesa a lo mejor no hay ningún disléxico y también puede pasar que una persona llegue a esa misma resolución con una lógica distinta, pero esto no me parece tan diferencial porque todos somos distintos.
Si tuvieras que describir la dislexia, ¿podrías definirla en una sola palabra?
Mucho esfuerzo.
¿Recuerdas cuándo te detectaron la dislexia y cómo fue?
Tan sólo hace cuatro o cinco años. Lo sospechaba pero hace dos años trabajando y asistiendo a sesiones con una psicóloga le transmití mis sospechas y le compartí mis experiencias y me dijo que efectivamente tenía dislexia. Pero durante mi etapa escolar y universitaria no supe que tenía dislexia. Durante ese periodo tuve que encontrar soluciones en el día a día que me ayudaran a estudiar y fue muy duro, por eso creo que la detección es fundamental.
A partir de tu vivencia ¿Qué has notado a lo largo de los años?
Con los años, la experiencia, el análisis y echando la vista para atrás, me he dado cuenta que realmente era ignorante de mi realidad, pues como te comenté hasta hace relativamente poco tiempo supe que tengo dislexia. Tenía esa sospecha, pero leyendo y averiguado sobre el tema e investigando, he confirmado con personas que trabajan en el sector que así es. He tenido ciertas dificultades a la hora del estudio, o también la cierta forma de ver las cosas a veces es de manera diferente a los demás, pero mi vida ha sido normal.
¿Qué estrategias y habilidades desarrollaste debido a la dislexia? ¿Por ejemplo con el uso de colores?
Por ejemplo, en cuanto al uso de colores, en vez de subrayar yo tachaba, aunque al leerlo en voz alta no sonara del todo bien, recuerdo que con un “pilot 0.7” lo que hacía era tachar artículos determinantes y palabras que extendían mi lectura, de forma que iba directamente a los puntos clave, como si hicieras un esquema y eso me ayudaba.
A mí me gusta mucho diferenciar las cosas por colores; por ejemplo, ahora mismo una de las cosas que hago de adulta y que me ayuda bastante, es utilizar una agenda donde anoto las actividades que tengo que hacer. Ahora estoy descubriendo cuál técnica es la que a mí más me conviene y la que más me ayuda.
Por ejemplo, en mi agenda utilizo el color verde para todo lo que tiene que ver con Apadrina un Olivo y todo lo que tiene deadline o es urgente como una reunión o una cita que no puede pasar de ahí, está en rojo. Muchas veces en el día a día se te escapan cosas, pero no creo que tenga que ver con la dislexia, eso le pasa a cualquiera.
¿Qué técnicas o métodos desarrollaste para lectura?
En todo lo que tiene que ver con la lectura y la memoria, para mí la necesidad de buscar una solución, me hizo encontrar una fórmula cuando estaba en el colegio y tenía dificultades para estudiar ciertas asignaturas como historia y literatura. Si bien la mayoría de la gente releyendo o subrayando encontraba una solución eficaz para estudiar, yo no.
La solución que encontré y que me sirvió mucho, fue utilizar el walkman, hoy en día están los móviles que también sirven. Lo que hacía era que me grababa parrafito a parrafito, leyendo despacio con una entonación adecuada y que a pesar de que en ese momento me costaba más lo que estaba leyendo, luego cuando escuchaba todo seguido era más fácil, porque el ejercicio de leerlo varias veces para mí suponía hacer media maratón. A lo mejor cuando me grababa no entendía o me atascaba, pero luego podía re-escucharme concentrada en lo que estaba oyendo, atendiendo la lógica, absorbiendo y fijando ese tema, por ejemplo de historia, y así era como esta técnica me ayudaba a aprender. Para mí era una dificultad como la que podían tener otros compañeros, pero yo tengo ésta sin más.
Recuerdo que tomando apuntes acabas haciendo como las taquígrafas, por ejemplo, los terminaciones en ción, haces un símbolo; los en mente, haces otro; la “de” la escribes sólo con la d. Todos estos detalles facilitan, simplifican y ayudan a ir más rápido de lo que irías con respecto al resto de tus compañeros de la clase, de la reunión o de lo que toque.
¿Qué medidas se te ocurren que se podrían implementar para intentar mejorar la situación en los colegios con respecto a los niños con dislexia?
La detección temprana de la dislexia siempre es de ayuda, no sólo por la dislexia sino también por muchos otros motivos, ya que hay varias fórmulas que son positivas para el aprendizaje y que no necesariamente son de peso escrito, sino más bien pueden ser casos prácticos, de escucha y actividades de participación.
¿A quién consideras tu pilar fundamental para hacer de la dislexia una oportunidad?
Para mí han sido importante las personas que han estado a mi lado, a pesar de que me costaran los estudios, nunca me dejaron desfallecer sino que siempre me mantuvieron con el valor y la importancia de terminar esos estudios y muchas veces cuando decía que esto no era lo mío y que ya no quería más por lo agotar que era, estaban mis padres a mi lado dándome apoyo para continuar.
A veces no encontraba la energía, las ganas y no me encontraba capaz, y en eso recuerdo a mi madre diciéndome que si yo no podía estudiar fisioterapia, que en ese momento era lo que yo quería, porque recuerdo que tenía una nota de corte altísima; mi madre me decía: “tú tranquila, no pasa nada” y finalmente me dijo que también pensara en otra carrera que me gustara, porque “sencillamente quiero que vivas la experiencia de estar en la Universidad, quiero que lo experimentes, es una vivencia que no te puedes perder, debes estar ahí y después del año y de ese primer curso, analizaremos la situación”. Esas fueron sus palabras, y hoy en día puedo decir que tengo estudios gracias a mis padres, ellos fueron mi pilar fundamental, sobre todo porque en muchos momentos yo hubiera querido desistir sobre todo en la etapa de la transición a la Universidad y ahí estaban ellos apoyándome.
¿Me podrías contar sobre tu anécdota más graciosa por la dislexia?
Algo que me ha pasado con mucha frecuencia es que durante una temporada de mi vida viajaba a menudo y habitualmente cogía taxis. En ese entonces, vivía en Madrid, muy cerca de la estación Chamartín y al momento de subirme al taxi donde le tenía que orientar, en vez de darle la estación Chamartín como referencia, equivocadamente le daba Atocha, y ya cuando me encontraba en dirección contraria y prácticamente en la otra punta de Madrid, le decía al taxista que por aquí no era, y el me decía: pero si usted me ha dicho esta dirección! ya ya si… le decía yo, seguramente le dije eso no lo dudo, pero de la vuelta, es culpa mía pero de la vuelta que por aquí no es… Y esto me pasó en más de una ocasión.
También me pasa a menudo cuando voy de copiloto, básicamente yo señalo, no digo izquierda o derecha y si se me escapa, como ya me conocen, saben que es al revés la indicación. Otra cosa es que uno habla con cierta prisa y no te detienes, y otra situación que ya tengo asumida es que cuando escribo un email lo leo varias veces, empatizo con la persona que lo va a leer e interpreto si está sacando la conclusión que quiero transmitir, y si cumple con todo esto me siento tranquila para enviarlo.
En fin hoy con los años, con su experiencia y recordando las dificultades que tenía para estudiar y leer, “sigo sintiéndome diferente, pero cuál es el problema en ser distinto cuando todos somos diferentes”.