En los últimos años la dislexia ha ganado visibilidad en los medios de comunicación. Hemos visto como famosos de diferentes ámbitos, como Pau Donés, Iñaki López o Gabino Diego hablaban públicamente de su dislexia. También se han visto noticias sobre proyectos sociales que buscan dar respuesta a las dificultades asociadas a la dislexia.
Muchos adultos, al conocer más información sobre la dislexia, han reconocido sus síntomas y han sentido curiosidad sobre si todavía pueden conseguir un diagnóstico fiable o si están a tiempo de realizar un tratamiento que les ayude a compensar los síntomas de la dislexia.
La dislexia en adultos.
La dislexia es una Dificultad Específica del Aprendizaje de origen neurobiológico. Se caracteriza por dificultades en el reconocimiento de las palabras de forma precisa o fluida y un déficit en la decodificación lectora y en la escritura. Esto se refleja en una velocidad de lectura más lenta y un mayor número de faltas de ortografía.
La dislexia es una condición de por vida, no una enfermedad, por lo que las personas con dislexia no se curan. Sin embargo, las dificultades asociadas a la dislexia se pueden superar con un tratamiento adecuado y, de este modo, evitar que se conviertan en un obstáculo.
A menudo, los adultos con dislexia han compensado sus debilidades a lo largo de su vida, incluso sin saberlo. Pero, en muchos casos, las personas que no llegan a ser tratadas, ven reducidas sus posibilidades en la vida por baja autoestima o miedo a que en el trabajo o en la vida social, se manifiesten sus dificultades con la lecto-escritura.
¿Se puede diagnosticar la dislexia en adultos?
Se dice que la dislexia es un trastorno oculto porque a menudo no se llega a detectar. De hecho, la mayoría de las personas que conviven con la dislexia no lo saben y llegan a la edad adulta sin haber recibido un diagnóstico ni un tratamiento adecuados.
Las personas con dislexia compensan las dificultades a las que se enfrentan desarrollando estrategias que ocultan sus síntomas. A menudo, las personas de su entorno, no perciben el gran esfuerzo que realizan. Por esta razón, la mayoría de los casos de dislexia no se llegan a detectar en la infancia, y es en la edad adulta, cuando las personas reciben información sobre la dislexia y reconocen sus síntomas.
Un diagnóstico en adultos es posible, aunque en la actualidad apenas existen instrumentos estandarizados que ayuden a realizar esta evaluación. El diagnóstico de la dislexia siempre debe ser realizado por un profesional acreditado. Entre los profesionales que pueden diagnosticar la dislexia se encuentran los logopedas, los psicólogos sanitarios y neuropsicólogos (para más información consulta nuestro directorio de profesionales).
En ocasiones, los adultos le restan importancia a tener la confirmación de si tienen o no dislexia, porque consideran que no supondrá una gran diferencia. Sin embargo, solo el hecho de conocer que tienen dislexia, puede suponer una revolución en sus vidas, ya que les ayuda a comprender sus sentimientos de baja autoestima y, los impulsa a hacer aquellas cosas que no se han atrevido por miedo y vergüenza.
Recibir un diagnóstico de dislexia ayuda a las personas a comprender mejor las dificultades que han tenido que afrontar y a aceptarse a sí mismos, valorando las habilidades y estrategias que han desarrollado a lo largo de los años.
¿Se puede tratar la dislexia en la edad adulta?
Aunque la dislexia no se cura, con el tratamiento adecuado se puede superar. Si bien es verdad que, el tratamiento es más eficaz en edades tempranas, los beneficios se pueden ver en todas las edades. Una vez conocen el diagnóstico de dislexia y comienzan un tratamiento, los adultos pueden percibir mejoras en su autoestima y en la seguridad en sí mismos.
En la actualidad, apenas hay herramientas para el diagnóstico y tratamiento de adultos con dislexia. En muchas ocasiones, las personas se sienten frustradas por no encontrar una forma de trabajar sus dificultades para llegar a superarlas.
El tratamiento de la dislexia debe ir enfocado a la mejora de la lecto-escritura y de otras habilidades involucradas en el aprendizaje, como la atención y la memoria. También es importante desarrollar buenas técnicas de estudio y atender el componente emocional.
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